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La innovación del Psicoanálisis

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La innovación del Psicoanálisis

Daniel Paola


La transferencia sigue siendo la primordial innovación del psicoanálisis, más allá de las corporaciones capitalistas que pretenden imponer la “psicoterapia con objetivos limitados” y más allá de la pretensión de la religión que hace confundir cualquier tipo de creencia asociando el dogma con las tablas de la ley.

Si Freud en 1937 escribió en el texto “Análisis finito e infinito””que gobernar, educar y psicoanalizar constituían las tres profesiones imposibles, no es lo mismo nuestra praxis concebida como tal siendo ignorante de su efecto.

De esta manera gobernar se ha constituido en el éxito al que siempre tiende el capitalismo, anulando el deseo del analista por la obligación de ejercer la psicoterapia que tiene como fin la eficiencia a brevísimo plazo. De igual forma la religión educa en el dogma y hace de la masa de analistas, una degradación psicopatológica que resume la creencia en el amor incondicional a un líder.

 

 

En cambio sólo el que se atreva a llevar su deseo de analista a la comprensión de una imposibilidad, hará de nuestra práctica un saber otorgado por la transferencia que ubica la resistencia del analista como consistencia del vacío radical, que invita al ser humano a una creencia de una existencia libre y conductora del acto analítico.

Insito en plantear que la condición de nuestra praxis tiene una sola premisa: la transferencia que produce el analista no puede tener más que una garantía ética y no puede estar subsumida más que al discurso analizante.

Hay un hecho que sucede primero que la transferencia sin la cual no hay elección posible. No podría haber difusión del psicoanálisis, según la lectura que hago de Lacan en el escrito “L’étourdit”, sin la primera presencia del discurso del amo ó del maestro. Me propongo demostrar si estamos en condiciones de afirmar que esa modalidad del discurso ha cambiado.

Nos encontramos en el tiempo en el que hace falta considerar de nuevo “el instante de ver”, según mencionó Lacan, momento de la mancha que me ubica en el cuadro social del que quiero formar parte, porque hay una fuente de luz que conduce directo a la difusión que el maestro establece.

Nuestro “Fiat lux” es el discurso del amo, sin el cual no hay difusión del psicoanálisis porque se produce la re-negación de fundar una verdad que es supuesta y por lo tanto mítica en relación al inconsciente. En cambio, ya en el discurso del analista el inconsciente no existe sin un sujeto que no es más que corte ubicado en una delicada y sutil letra.

Se difunde el psicoanálisis sin sujeto en el discurso del maestro, porque el sujeto no es la verdad sino el otro en el discurso del analista, en tanto la duplicidad imaginaria que me habita me hace partenaire de mí mismo como síntoma. En el discurso del maestro el sujeto ocupa todo el lugar de la verdad, mientras que el sujeto es sólo corte que desaparece en la letra si hay un analista que lo reduzca a ser sostén del síntoma.

Primero entonces tuvo que morir la hipnosis junto al auto-análisis, para que Freud considerara que el analista es al menos dos porque nadie puede analizarse sólo. Si bien es el maestro que se lleva el pecado original, no por ello no existe en la actualidad y son muchos los que se abandonan a considerar que pueden autorizarse sin el análisis suficiente que borre cualquier origen.

Freud tuvo primero que negar a Fliess y su delirio de los cornetes y más tarde hace lo mismo con el auto-análisis, ya que sería Él quien produciría las primeras curas basado en otra fábula que en Sófocles encuentra su valor universal con el “Complejo de Edipo”. Doble o tiple negación para un maestro: los cornetes, el auto-análisis, y la fábula que se podía terminar con el padecer haciendo entender a los demás que suprimiendo el deseo de acostarse con mamá y aceptando la intención de dar muerte al padre, se encontraba la curación.

De esta forma Freud se valió en un comienzo del injerto de un dicho, que operando de acuerdo a la magia del momento hacía desaparecer los síntomas y a su vez provocaba que otros hicieran lo mismo, una vez renunciadas las pretensiones edípicas.

Pero de la denodada imposición de un discurso que el maestro enseñaba, otro distinto, el histérico hace pensar por primera vez a Freud el por qué del abandono del tratamiento de una analizante: Dora había sido traicionada por la “Sra K.” y la fascinación que le producía ya había desaparecido mientras el pobre “Sr K” se vengaba tontamente. La traición no reconocida fue la extracción que Freud hizo a posteriori dando lugar al nacimiento del discurso del analista, titulado de ésta manera por Lacan. La imposibilidad conduce inexorablemente a un après-coup porque en tiempo presente siempre fracasa.

Pero el discurso del amo con su doble ó triple negación, fue previamente lo que estableció las futuras reglas del juego que hoy llevamos adelante. Sucede que aún cada analizante reproduce las mismas escenas y aún cada análisis se establece con la negación de la negación de la verdad-mítica que al analista despliega para que por fin surja la demanda que ubique la extracción que es preciso hacer, por la que el analizante/a paga precios de usura en función de verdades ajenas.

¿La difusión de los maestros alcanza para difundir el psicoanálisis ó se está agotando porque no se transmite la imposibilidad como un vacío existencial que lleva al acto analítico?: hay quien vuelve secretamente a consultar al brujo, al chaman con su droga milenaria y al éxtasis del orgullo como si los demás no entendiesen nada. Son muchos los que transforman el psicoanálisis en sectas y muchos aún los que confunden Dios con creencia. Pero el discurso del amo ó del maestro puede contener otras variables, que su origen originado por re-negación determina.

El tiempo de comprender nos demuestra que recién se inicia la experiencia, si tenemos en cuenta una negación de origen del campo de la verdad y descartamos la re-negación. El discurso del maestro ó del amo varía de una re-negación a una negación si reconoce la verdad como mitema.

Simplemente la transferencia del la innovación que ejercita el analista con su praxis reconoce en la negación un registro distorsionado por un imaginario donde se demuestra un real. Nuestra práctica ha llegado por fin al camino de la resistencia del analista. En lugar de la solución final, sería posible descartar la re-negación constitutiva del discurso del maestro, para transformarla en simple negación que además surge distorsionada ya que el agujero está cubierto por la duplicidad imaginaria. Vale decir: es posible iniciar la transferencia aportando que la verdad es mítica y que por eso se dice a medias.

Una interpretación produce un efecto pero ese efecto su vez no puede explicar la interpretación. El analizante se independiza del analista y cada vez consiente más en aceptar la des-suposición de un saber sin que ello adelante un fin.

Si el psicoanálisis ha nacido de una fábula, de una verdad como mito antes que un sujeto demostrara la insuficiencia de un hecho real a otro hecho real, es decir de un S1 a un S2, ha nacido otra esperanza.