Congresso de Convergencia

      
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Del analista síntoma al analista-sinthoma

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V Congreso Internacional de Convergencia –Porto Alegre, Brasil

El acto psicoanalítico: sus incidencias clínicas, políticas y sociales

Del analista síntoma al analista-sinthoma:

¿una Posición o una peculiar puesta en acto del lenguaje en transferencia?

“Una esperanza se hizo una casa y le puso una baldosa que decía: Bienvenidos los que llegan a este Hogar. Un fama se hizo una casa y no puso mayormente baldosas.

Un cronopio se hizo una casa y siguiendo la costumbre puso en el porche diversas baldosas que compró o hizo fabricar. Las baldosas estaban colocadas de manera que se las pudiera leer en orden.

La primera decía: Bienvenidos los que llegan a esta casa. La segunda: La casa es chica, pero el Corazón es grande. La tercera decía: La presencia del huésped es suave como el césped. La cuarta: Somos pobres de verdad, pero no de voluntad. La quinta decía: Ésta anula todas las anteriores. Rajá, perro[1]”.

Con mucho entusiasmo, recibimos la convocatoria al V Congreso Internacional de Convergencia en Porto Alegre. Pues en junio de 2012, las 39 Instituciones integrantes de Convergencia renovaremos la apuesta para que el psicoanálisis pueda avanzar en su práctica y teoría.

En estos tiempos de exigencia de goce, de cura  inmediata y de discursos fundamentalistas que cifran el inevitable mal-estar en la cultura, ¿cuál es la Posición a adoptar en la Función de analista?.

Según Freud, el psicoanálisis es incapaz de crear una cosmovisión particular. No le hace falta[2]-indica. Este enigma, nos impulsa a investigar tal Posición en Lacan y en Harari.


 

I. De una Posición, la de psicoanalizar:

En la Conferencia de Prensa que antecede al Congreso en Roma de 1974, Lacan insiste en que es muy difícil “ser psicoanalista”, pues tenemos que colocarnos en una posición imposible: la de psicoanalizar.

Considera que ésta “…es una función aún más imposible que la de educar o gobernar, pero gracias al hecho de que se ocupa de lo que no funciona (marche)bien, se ocupa de esa cosa que es necesario llamar por su nombre:…lo Real[3]”.

Desde esta consideración, las incidencias sociales del acto analítico nos envían Hacia una praxis de lo Real. Puesto que sería tonto –en el sentido que le da Milner[4]- tratar de localizar lo imposible del lazo producido por el discurso analítico. Sólo podemos ir “hacia” (vers) su praxis –según la incidencia del corte que lo dispersa y pulveriza en cada análisis.

Por otra parte, sabemos que la Posición de psicoanalizar no tiene tradición. Lo que nos obliga a descubrirla cada vez, sin tener idea de lo que se hace en la Función sino después de ocurrido el discurso -en el acto que la constituye.

En el intento por explicarla, ¿habrá que acudir a sentidos científicos, esótericos o religiosos, entendiendo que el psicoanálisis y su política es la del síntoma?.

¿Será cuestión de segregar sentidos a troche moche sobre lo que no funciona en la política del psicoanálisis -por transferencias Imaginarias, amores u odios propios del lazo- pensando que eso es síntoma y por lo tanto Real?.

En cierta forma, hasta la interrogación es superflua y vana sino comenzamos por el análisis de la transferencia, como primer aspecto estrictamente coherente del acto psicoanalítico. Puesto que, “…fuera de lo que he llamado el manejo, maniement, de la transferencia no hay acto analítico[5]”.

El analista en el análisis de la transferencia

Lacan sienta su posición en el psicoanálisis por Tercera vez en Roma, para decir que el analista es analista-síntoma. Adquiere esta Posición en una especie de “momento de movida” que ocurre en el análisis de la transferencia.

La traducción segrega claramente el sentido de “moment de mue” por un momento de mutación o muda. Toma el participio pasado femenino del verbo mover, mouvoir, mue, en la “acepción” de mudar, muer. Observen qué fácil es confundir lo Simbólico o lo Imaginario con lo Real, cuando se trata del análisis de lo que no es más que neurosis de transferencia.

El analista es como un síntoma, pero sólo durante un momentito (pendant un petit moment). Ése en el que ha alcanzado a percatarse, de la intrusión de lo Real. Esta aclaración sobre lo que se mueve, nos obliga a situar de qué Real se trata.

Lo Real:

Como siempre, nos vamos a ayudar con lo aprendido de nuestros maestros.

Si nos permiten decirlo así, La Primera de lo Real fue en 1953. Entonces, ubicó lo Real en el vagido del deseo inconstituido y confuso que desde los primeros balbuceos del habla vuelve (revient) siempre al mismo lugar.

Luego, en La instancia de la letra en lo inconsciente o la razón desde Freud[6], éste será la letra o soporte material que el discurso concreto toma del lenguaje. Lo interesante de estas emisiones vocales asignificantes, es que contienen en sí todos los significantes posibles. Ellos indicializan[7] la función del habla, en el campo de lenguaje que el analista interpreta.

Veintiún años después, Lacan remitirá esta interpretación al juego sobre el equívoco para poner el acento sobre el significante en lalengua. Con lo que, mueve la Posición de psicoanalizar a un saber-hacer-allí-con el vocablo.

Vayamos a La Segunda de lo Real, el Coloquio en Roma del 12 de enero de 1964: Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista [8]. En él, vuelve a señalar que la pulsión no puede ser el instinto porque divide al sujeto y al deseo. Por lo cual al apresar su objeto aprende que ningún objeto de ninguna necesidad, puede satisfacerla. Apunta que este Real, es de la modalidad lógica de lo imposible.

Ahora bien, lo Real aquí ¿es la pulsión o que su objeto sea indiferente?. Algo más para pensar y debatir con otros, en este V Congreso.

Sin embargo lo que ahora nos interesa, especialmente Hacia esa Praxis de lo Real con que pensamos el psicoanálisis, es que a partir de La Segunda el analista ya no podrá cobijar su función en buenos consejos o en una terapeútica sino en el deseo del analista que opera el análisis según el trazado del acto pulsional.

Siguiendo esta huella, nos introducimos en La Tercera de lo Real. Tal como en La Primera, La Tercera[9] vuelve. Pero esta vez, lo Real es lalengua, objeto específico de esa lingühisteria o lenguaje del deseo que inyecta onomatopeyas en la lengua.

Debido a que el lenguaje está hecho de lalengua -es decir, de las pulsiones- el deseo enunciable se sostiene en un nudo que es lo Real. Pero para este Real pone una condición: a este nudo hay serlo. Hay que serlo, nada más que en la suposición de un sujeto determinado por lo enunciable: por el nudo.

Lacan precisa en ese movimiento, que en ese instante el nudo debe no cesar de no escribirse como síntoma en análisis. ¿Cómo modifica este hecho la Posición de psicoanalizar?.

II. Del peculiar tiempo del analista síntoma al analista sinthoma:

En La Tercera, Lacan nos advierte que la intrusión de lo Real en la transferencia de un análisis, hace caer al analista de su posición de semblante para ser ahí un síntoma. Lo importante, indica, es que no debe durar allí más que a título de síntoma. Vale decir, como manifestación de lo Real.

Lo Real en la Posición, es lo que no cesa de repetirse para entorpecer la marcha de las cosas. Por consiguiente, si continua se repite pues ese “momentito” no se escribe sino en el goce del mal-estar.

Por eso se manifiesta, tal como lo hace la neurosis de transferencia freudiana, para “depositar el goce en lalengua”.

Este hecho de lenguaje en que se ha transformado el lazo, nos está mostrando otra versión del goce en el análisis. Vale la pena que nos detengamos en este aspecto.

El goce que se deposita en lalengua, es del orden del goce de una queja. Vale decir, del orden de un goce diverso. El que mortifica a lalengua en el instante en que ventila el afecto con que sostiene la queja, porque no encuentra los vocablos con que declarar lo diverso en síntoma[10]. Observamos que se trata de una peculiar puesta en acto del lenguaje en transferencia, que afecta tanto el sentido como la voz con que se diga.

Aquí es dónde pone su atención Harari, pues la cosa se complica para quien desea psicoanalizar. Es necesario buscar, en que sustenta la Función de analista que sepa hacer con éste y otros goces diversos planteados por el enigma freudiano señalado.

¿Con qué un analista sustenta lo que comporta su Función de analista?

Brevemente, esta Función de analista no se dirige al síntoma como sustituto, metáfora o formación de lo inconsciente. Por lo tanto, se sustenta en el síntoma como manifestación de lo Real. Eso es, lo que el analizante empleado por el lenguaje goza al nombrar el“mal-estar”.

Recién en sus últimos años, Lacan aclarará cómo piensa la Posición de psicoanalizar cuando la función y el canto del lenguaje emplean al analizante. Sugiere que si ésta emerge de los puntos suspensivos que dejan los goces interpelados, vibrará tras la ética con que su voz hace audible un decir. Empero, esto ¿cuándo y cómo acontece?.

Acontece cuando la Función de analista-síntoma se calla, para permitir que el ronroneo del goce que pasa por el cuerpo deje a la voz libre de ser otra cosa que sustancia. Vale decir, cuando la audicione en su phonía sónica[11].

Sólo entonces, la Función de analista ocupará la Posición en consonancia con el síntoma con que cada analizante goza de lo inconsciente[12]. Recordemos: el goce que aún está en análisis, es el de la neurosis de transferencia.

Esta Posición refiere a la place (el espacio tiempo operacional) y no al lieu (el lugar de semblante) -tal como lo trabajáramos en el Coloquio de la CEG en París, 2010. Puesto que es en dicho espacio tiempo operacional, donde el síntoma ocurre como manifestación de lo Real.

Sin saberlo y sin quererlo, el analizante hará entrar su situación de Indignado o su exigencia de una cura inmediata, en el equívoco lenguajero y en el goce fálico de unos enunciados que develan su posición de enunciación.

Este sustento de la Función facilita el errar, de tal modo, en el balbuceo o farfullar de su yo-je que éste goza abandonado a la libertad de la ficción de decir (la que sabemos que no es tal).

En 1974, Lacan puntúa que el analista es síntoma de esta libertad, si sustenta su función en un “aparato mental riguroso”, analizado. Por eso, recomienda “intervenir de una forma sobria y de preferencia eficaz”.

Con ello responde, por el lado de la intensión, a una de nuestras preguntas iniciales: la Función de analista es la Posición destilada desde lo Real de su propia experiencia, su análisis –pues sólo allí encontrará los botones que apretar[13].

Ahora bien, para responder a nuestra pregunta sobre la segregación de sentidos, debemos acudir al modo en que Harari piensa la Posición de analista-síntoma. La piensa en una Constelación, a la que llama La Cuarta de lo Real[14].

Haciendo jugar la propuesta de Lacan en esa Constelación, advierte en la transferencia una peculiar puesta en acto del lenguaje en ese ‘momentito’ de movida pulsional. El analista se entromete allí, para saber hacer con “eso” indicializado por el goce depositado en la lengua.

Sin embargo, para sustentar su Función en este saber allí hacer, debe saber hacer con “todo, pero no eso”.

Nos referimos a esas elasticidades del lenguaje, producidas por las crisis de sentido que la voz trae al lugar (lieu) del amor de transferencia. Entonces, si el amor se vacía de significación, el analista será un sinthoma del corte implicado por tal acontecimiento. Pero, ¿Qué significará esta Posición para la Función de analista que buscamos?.

Significará que desde esa consonancia del hablaje, podrá desequilibrar ese sistema lenguajero creado por la neurosis de transferencia -sin pensar que eso es síntoma y por lo tanto Real.

De este modo, tal empuje agujeral de la pulsión[15] hará falta para consonar un nuevo amor. Desde el resonar de la desuposición amorosa de un sujeto a lo dicho, con la vibración semiótica de su exigencia de goce o de cura  inmediata, dispersará el sentido.

Una vez desgastado y pulverizado, le será posible abrir la transferencia a la escritura de la letra. Pues ella repta en los pliegues de la charla balbuciente, causando un nuevo sujeto desde su reticulación[16].

Así, una vez más Roberto Harari nos propone avanzar sobre la novación de Lacan: la incidencia del analista sinthoma, sobre esta peculiar puesta en acto del lenguaje que irrumpe en el tratamiento y manejo de la transferencia.

María Borgatello de Musolino

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Buenos Aires, 31 de octubre de 2011



[1] Julio Cortázar, Historia de Cronopios y de Famas, Haga como si estuviera en casa, Bs. As. Ed. Sudamericana, 1994

[2] S. Freud, Nuevas Conferencias de Introducción al Psicoanálisis, 35ª Conferencia: En torno a una cosmovisión, Tomo XXII, Bs. As. AE, 1986

[3] J. Lacan, Conférence de presse du docteur Jacques Lacan au Centre culturel français, Rome, le 29 octobre 1974[3]. Parue dans les Lettres de l’École freudienne, 1975, n° 16, pp. 6-26.

[4] Jean Claude Milner, Los nombres indistintos, Bs. As. Manantial, 1999: “…el axioma tonto: no hay ningún corte que deshaga el lazo. (…). Aquello por lo cual todo dispositivo puede aguantar no es otra cosa que la parte necesaria de tontería (...). Todo discurso requiere de todo sujeto que consienta, al menos por un instante, con esa máxima, anestesiándose a estos cortes que podrían dispersar y pulverizar. Ese instante, por impalpable que sea, es tontería radical”.

[5] J. Lacan, El acto analítico, seminario del 29 de noviembre de 1967, Inédito

[6] Esta Conferencia ha sido considerada como La Segunda de lo Real pero, en realidad, no ocurrió en Roma sino en París el 9 de mayo de 1957.

[7] Indicializar, es elevar a la condición de índice la función del habla en el lenguaje. Dicho índice, determina el hablaje con que el lenguaje violenta tanto a la lengua como al cuerpo del ser que balbucea

[8] Coloquio en Roma, Del Trieb de Freud y del deseo del psicoanalista, Escritos II, Méjico, Siglo XXI

[9] J. Lacan, La troisième, 7ème Congrès de l’École freudienne de Paris à Rome. Conférence parue dans les Lettres de l’École freudienne, 1975, n° 16, pp. 177-203.

[10] En Palabras sobre la histeria, en Bruselas el 26 de febrero de 1977, Lacan lo expresa así: “…La cuestión es saber si, si o no, el afecto se ventila con palabras; algo sopla con esas palabras, que vuelve al afecto inofensivo, es decir no engendrando síntoma. El afecto ya no engendra síntoma cuando la histérica ha comenzado a contar algo a propósito de lo cual ella se ha espantado”.

[11] R. Harari, Pablabra, violencia, segregación…, Buenos Aires, Catálogos, 2007

[12] J. Lacan, R. S. I., seminario del 18 de febrero de 1975, inédito

[13] J. Lacan, intervention de Jacques Lacan. Séance du vendredi 2 novembre (après-midi) dans le Congres de l’École Freudienne de París de La Grande Motte, parue dans les Lettres de l’École Freudienne, 1975, n° 15, pp. 69-80

[14] R. Harari, Pablabra, violencia, segregación…, pág. 43, Buenos Aires, Catálogos, 2007

[15] R. Harari, Pablabra, violencia, segregación…, pág. 145, Buenos Aires, Catálogos, 2007

[16] Reticulación: modo de dar forma de redecilla o red a la letra desde la energía de libre fluir que espera editarse